Cañón de San Cristóbal
Barranquitas / Aibonito, Puerto Rico

El Área Natural Protegida Cañón San Cristóbal se encuentra entre los municipios de Barranquitas y Aibonito, en la Región Central-Metro. Lleva el nombre de uno de los accidentes geográficos más importantes de todo Puerto Rico y del Caribe: el Cañón de San Cristóbal, una ventana a la historia geológica abierta por las mismas fuerzas tectónicas que dieron origen a las islas.

A través de esta ventana en el tiempo fluyen desde hace decenas de millones de años las aguas del Río Usabón, que junto a sus afluentes continúan hoy esculpiendo su paso por el fondo del Cañón de San Cristóbal, que se extiende unas 5.9 millas en el corazón de la Cordillera Central. A su paso, el río continúa erosionando las paredes del cañón en ocasiones hasta unos 750 pies de profundidad, creando las condiciones estructurales para el establecimiento de ecosistemas y comunidades biológicas únicas en Puerto Rico.

 

El cauce del Río Usabón recibe las aguas de un elaborado sistema hidrológico que incluye la Quebrada Alicia, el río Aibonito, el río Barranquitas y otros tributarios a través de sus 6.52 millas de largo, creando numerosos saltos de agua y piscinas naturales, entre las que se encuentra el Salto La Vaca, que con sus 300 pies de alto es la cascada de mayor altura en todo Puerto Rico.

La abundante vegetación siempre verde de un bosque húmedo subtropical domina el área, contribuyendo a uno de los paisajes naturales más espectaculares de Puerto Rico. Este sirve de hábitat para 695 especies de flora y 144 especies de fauna, entre las que se encuentran más de la mitad de las especies endémicas de aves conocidas, así como siete especies de reptiles, todas endémicas de Puerto Rico.

Entre las especies de plantas documentadas en el área se encuentran también unas 45 especies clasificadas como elementos críticos, y unas 16 especies de plantas endémicas, como la palma de camarón (Cyathea portoricensis), el palo de rosa (Ottoschulzia rhodoxylon) y el palo de

jazmín (Styrax portoricensis). Estas últimas dos especies también están clasificadas como en peligro de extinción por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre.

Luego de largos años de negligencia y uso indebido del área como vertedero por municipios circundantes, y tras una campaña pública para la protección del área iniciada en la década de los 1960s, el Fideicomiso de Conservación implementó un programa de adquisición de terrenos en los márgenes del Cañón de San Cristóbal en el 1974. Desde entonces, y a través de la implementación de una serie de medidas agresivas de conservación y restauración, se ha podido transformar el área de un lugar descuidado y de abandono, en el área natural protegida que es hoy.

Actualmente el Fideicomiso maneja unas 1,566 cuerdas de terreno que constituyen el Área Natural Protegida Cañón San Cristóbal. El establecimiento de un vivero de árboles nativos en los predios, unido a las instalaciones de manejo y oficinas del Fideicomiso

que operan en el área han sido instrumentales en la implementación efectiva de los esfuerzos de reforestación y de otras medidas que han asegurado la funcionalidad y el bienestar de los ecosistemas del Cañón de San Cristóbal.

Encuentros con la Naturaleza y Participación Ciudadana

El Fideicomiso de Conservación regularmente coordina recorridos interpretativos del Área Natural Protegida Canón San Cristóbal, y además maneja un vivero de árboles nativos donde periódicamente se celebran talleres de siembra de árboles. Los asistentes a los talleres de siembra aprenden cómo seleccionar y cuidar apropiadamente una especie nativa según sus necesidades y condicionantes ambientales.

Como parte de su programa de viveros escolares, también conocido como Biocomisos, el Fideicomiso de Conservación fomenta y ayuda en el establecimiento de viveros de árboles nativos en distintas escuelas públicas alrededor del Cañón de San Cristóbal y en otras localidades. El programa

Biocomisos ofrece a cada escuela consejería gratuita sobre cómo y dónde construir su propio vivero, proveyéndole materiales de construcción y provisiones durante el primer año de operación, además de brindar entrenamiento a maestros y estudiantes en el manejo del mismo. El primer vivero escolar fue inaugurado en la Escuela Superior Luis Muñoz Marín de Barranquitas, en el 2007, y otros viveros han sido establecidos en la Escuela Superior José N. Gándara y en la Escuela Rafael Pont Flores de Arecibo.

Adicionalmente, las instalaciones del Fideicomiso de Conservación en el área incluyen la Casa Laboy, una estructura histórica disponible para el uso de estudiantes y científicos involucrados en todo tipo de proyecto de investigación relacionado a la zona del cañón.

El Fideicomiso también mantiene acuerdos colaborativos con las instalaciones de la Universidad Interamericana en Barranquitas, donde se coordinan y llevan a cabo monitoreos de la calidad de agua anualmente, así como actividades con escuelas y programas vocacionales del área.

 

 

Para mayor información sobre Encuentros con la Naturaleza, oportunidades de trabajo voluntario y otras actividades especiales en esta área, oprima aquí.